Las Navas del Marqués a 4 de junio de 2023 |
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| 13 de mayo de 2017 | |
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Demasiado castigo.
Cuatro años consecutivos compitiendo en Copa de Europa, soñando con doctorarse ya de una vez, y tiene que venir ese vecino al que odias a pararte en seco las cuatro veces. Demasiado castigo, sí, incluso para una afición que presume de no dejar de creer nunca, aunque eso se contradiga con la imagen que nos quieren vender de equipo orgullosísimo de su derrota. Pueden estar orgullosos, sí, pero por lo contrario, porque no es nada facil llegar a dos finales en tres años. Yo lo sé bien, tan bien como ellos.
Dicen los atléticos que los madridistas no podemos entender que ellos quieran a su club cuando pierde. ¿Cómo que no? Perfectamente. El Real Madrid sólo ha ganado una liga en los últimos cinco años, igual que el Atleti. Y estuvimos treinta y dos (32) años esperando a ganar de nuevo una Copa de Europa, perdiendo por medio una final de la que tardamos diecisiete (17) años en reponernos. El Real Madrid ha perdido con el Barcelona los dos últimos derbis, y suyos son fiascos planetarios para los que se inventan palabras con las que recordar rápidamente ridículos espantosos y amarguras difíciles de curar: alcorconazo, centenariazo, cosas así. Claro que los madridistas sabemos lo que es perder, y hemos tenido temporadas más blancas que nuestra camiseta. Y sufrimos lo nuestro al ver cómo el eterno rival, el club que más nos repele, gana campeonatos en estos últimos años. Por supuesto que conocemos la tristeza de caer eliminados, las noches de frío y derrota, el suspiro que acompaña ese terrible otro año será. Claro que sí. Y en esos momentos, nosotros seguimos queriendo a nuestro Real Madrid, defendiendo sus colores, honrando el escudo y animando al equipo. Y por supuesto que cantamos: pero si tenemos tres himnos, figúrate lo que cantamos. Como jilgueros.
Yo quiero ahora preguntar de qué hablaba ese papagayo atlético que decía ayer en la radio "vitrinas llenas, corazones vacíos" refiriéndose a los madridistas. ¿Qué clase de tontería es esa de que los madridistas no tenemos corazón ni queremos a nuestro club? Yo quiero preguntar dónde está ese medidor de cariño verdadero según el cual un atlético quiere más sinceramente y mejor a su club que un madridista al suyo, y ya de paso, dónde deja ese medidor a un seguidor bético o a un valencianista. ¿Hablamos de la Liga de Corazones con Anne Igartiburu de referee? Cuidado, cuidado, que los madridistas somos muy competitivos, y capaces somos de ganar también esa liga.
No sólo lo comprendo, sino es que sé que al club de tus amores también lo quieres en la derrota. Por supuesto. Sin embargo, hay algo que no soy capaz de entender. ¿Cómo se puede decir con tanta ligereza que un club centenario, que proporciona siempre el espectáculo de grandísimos jugadores y que es un icono mundial no transmite ningún valor ni significa nada para millones de personas? ¿Cómo se puede decir que nuestro único valor es el dinero? ¿Buscar el éxito y ser competitivo no es un valor? ¿Y por qué sí lo es en el caso de Rafa Nadal o de Usain Bolt? ¿Levantarse después de un golpe no es un valor? ¿Y por qué sí lo es para un atlético? ¿Luchar hasta el final y no rendirse no es un valor? ¿Y dónde ponemos eso de "nunca dejes de creer"? ¿El prestigio no es un valor? ¿Once copas tienen menor valor que tres finales? ¿Querer ganar un partido - que para eso se juega - no es un valor? ¿Qué valores tienen los jugadores del Atleti que no tengan los del Real Madrid o los del Barcelona, o los del Celta de Vigo, vamos a ver? ¿Y hablamos de todos los jugadores o sólo de unos cuantos? ¿Hablamos de los valores de Torres o de los valores de Arda Turam o los de Diego Costa en el campo?
Ah, sí, la humildad, que se me olvidaba. ¿Pero en concreto qué humildad? ¿La del Barça por ejemplo? La humildad no es pedir a la luna un campeonato "que se te debe", tontería que por cierto pueden decir muchos otros equipos. Esa épica lastimera, todo eso de la humildad, le gusta mucho a los periódicos, que se relamen al ver que venden más si hay un bueno y un malo, un pobre y un rico, uno con mono y otro con frac. Esa épica que indica la existencia del maligno rival opresor, papel que se nos reserva siempre y que nos pone muy contentos. Una épica muy confortable por cierto para entrenadores y directivas que fracasan, pero que no engaña a jugadores llenos de talento, de futuro y de ambición que en cuanto pueden se largan o reclaman al club, con todo el sentido y legitimidad, dar ese paso que les falta para ganar, que eso les gusta a todos los futbolistas. La falta de exigencia no es humildad, amigos, es sólo falta de exigencia, y cada cual pone umbral a la suya.
Dicen que un gran rival te hace más grande. Sí, pero sobre todo un gran rival te deja la boca con sabor a tierra cuando le ganas, porque te ha pisado el cuello durante muchos minutos y te ha dejado la cara con barro. Te has levantado varias veces, has probado a pegarle en la boca del estómago, en el hígado, en la nariz, lo has zarandeado, lo has echado al suelo y ahí sigue el cabrón, de pie, como en esas películas malas del spaguetti western en la que el malo no acababa nunca de caer. Eso es competir, y consiste en confiar en ti sin confiarse al destino ni a la suerte, en mirar al rival y comprender que viene a derrotarte, y en reconocérselo sacando lo mejor que tienes. Y eso hacen el Madrid y el Atleti, cada cual con sus armas y su talento. Y ya está.
Un respeto, pues. Mi afición, mi pasión y mi cariño por el Real Madrid no es ni menos valioso ni menos sincero que el que tenga el aficionado de otro equipo, eso no lo acepto. Tampoco acepto lecciones de moral de garrafa inventadas por tres chalados con micrófono. Que corazón tenemos todos, no vayamos a contarnos cuentos a estas alturas y con esta edad.
Y ahora a sufrir en Cardiff. ¡Hala Madrid!