Vicente Nieto nos contó que la guardia personal de Julio Mangada se estableció en la misma casa que su jefe, en la finca conocida como La Pila, junto a la estación de ferrocarril de Navalperal. Para comprender estas escenas hay que explicar que debía ser complicado ubicar a la numerosa escolta del jefe republicano.

Por falta de espacio, él convirtió el baño en su habitación, y aquí le vemos concentrado allí mismo, en su regazo el fusil, que parece estar limpiando. A su derecha, la cama que improvisó. Armas, capotes, cantimploras, diversos pertrechos y una escudilla para el rancho completan la estampa. Y junto a la bañera repleta de mantas nos parece reconocer su inseparable maleta, la misma que nos regaló días antes de morir.

En otra foto de la misma estancia posan tres de sus compañeros, uno de ellos su gran amigo Paco Redondo, del que ya hemos hablado en otras ocasiones.

Redondo lee, una vez más ensimismado y ausente. Semanas antes de su muerte en Madrid en el Puente de los Franceses.

Fotos: Vicente Nieto